Bibliografía  

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PUBLICACIONES DE ALBERTO MORALEDA OLIVARES (LIBROS)

TÍTULO FECHA DE PUBLICACIONES EDITORIAL Y PÁGINAS

-Cerámicas decoradas medievales de Talavera de la Reina. 1.983, 160 p. ISBN 84-500-9497-6

-El Puente romano de Talavera de la Reina. 1.991, Excmo. Ayto. Talavera de la Reina, 86 p.

-El Dolmen de Navalcan. El poblamiento megalítico en el Guadyerbas. 1999, Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos C.S.I.C. Diputación de Toledo. Monografías nº 52. Toledo, 136 p.

-El Puente de Hierro en Talavera de la Reina. 1.994, Junta de Comunidades de CLM, Consejería de Obras Públicas, 61 p.

-Mejorada: Historia de una villa de señorío. 2000, Asociación Cultural VII Centenario, 326 p.

-Homenaje a D. Fernando Jiménez de Gregorio. / Aportación al estudio de la epigrafía romana de la Extremadura Oriental. / 1.988, Centro de Estudios de los Montes de Toledo, pp. 97-109.

-Un autor, una ciudad, un tiempo: Fernando de Rojas y la Talavera del siglo XVI. 1999, Colección ADARVE, nº 2. Revista Cuaderna. Talavera de la Reina, 141 p.

-Centenario del Puente Reina Sofía. 2009, Excmo. Ayto. Talavera de la Reina, 60 p.

-Guía de Recursos del Patrimonio Histórico-Artístico y de la Naturaleza de la Sierra de San Vicente y La Jara. 2001, Asociación La Cobertera, Programa Leader II. IPETA, Talavera de la Reina. 284 p.

-Investigaciones Arqueológicas en Castilla-La Mancha. / El Yacimiento de Entretorres (Talavera de la Reina) 2002, JCCM, pp. 406-421.

-El Lavadero de la Fuente Blanca. Aldeanuela de Barbarroya. 2009. Edita: Alberto Moraleda Olivares, Sergio de la Llave Muñoz y Ayto. de Aldeanueva de Barbarroya. 95 pags.















PUBLICACIONES DE ALBERTO MORALEDA OLIVARES (ARTÍCULOS) (*)

TÍTULO REVISTA FECHA DE PUBLICACIONES PÁGINAS

-Elementos de alfar de sigillata hispánica en Talavera, alfares de sigillata en la cuenca del Tajo. 1.983. Boletín del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, Monografías 1 y 2, Madrid,
pp.165-175.

-Aportación al estudio de la epigrafía romana de la Extremadura Oriental. / Homenaje a D. Fernando Jiménez de Gregorio. Centro de Estudios de los Montes de Toledo, Toledo, 1.988, pp. 97-109.

-Primeros resultados de los trabajos arqueológicos en Entretorres. Primer recinto de la muralla islámica de Talavera de la Reina. Revista Cuaderna, nº 7-8, Talavera. 2000, pp. 54-70.

-Un miliario del emperador Juliano en Talavera de la Reina. / Revista de Arqueología, Madrid, 1.994, nº 155, pp. 44-45.

-El miliario de La Portiña: contribución al estudio de la red viaria romana en la zona de Talavera. / Cuaderna, Revista de Estudios Humanísticos de Talavera y su antigua Tierra, Talavera, 1.994,
nº 1. pp.12-17.

-Aproximación al estudio de los lavaderos tradicionales en Talavera y su comarca. / Cuaderna, R.E.H.T.A.T. Talavera, 1.996, nº 4, pp.34-51.

- La cerámica bucarina en Talavera de la Reina (ss. XVI - XVII). / Cuaderna, R.E.H.T.A.T. Talavera, 1.997, nº 5, pp.21-35.

-Hallazgo de un Hércules de bronce en Talavera de la Reina (Toledo). Revista de Arqueología, nº 211, pp. 58-61, noviembre 1998.

-Una nueva estela de guerrero en la comarca de Talavera de la Reina (Toledo) : la estela de Aldeanueva de S. Bartolomé. / Revista de Arqueología, nº 213, pp. 6-11. Madrid 1999.

-El Puente de Hierro de Talavera de la Reina (1908-1998): una encrucijada de caminos. / Revista CUADERNA nº 6. pp. 96-123. Talavera de la Reina. 1998.

-La Estela de Guerrero de Aldeanueva de San Bartolomé. / Revista CUADERNA, nº 6.
pp. 5-16. Talavera de la Reina. 1998.

-El yacimiento arqueológico de Entretorres. Estructuras y materiales cerámicos.
Revista Cuaderna, nº 12-13, pp. 38-54. Talavera 2005.

-Un nuevo ejemplar de verraco en la Campana de Oropesa (Toledo)
Alcalibe. Revista Centro Asociado de la UNED nº 6, pp.125-130. Talavera 2006

-Nueva epigrafía romana inédita en Talavera de la Reina y Comarca (I).
Revista Cuaderna, nº 14 y 15, pp.53-58. Talavera 2007.


-Un nuevo ejemplar de escultura zoomorfa vettona en Lagartera (Toledo).
Revista Agua Zarca nº 6, pp.17-19. Herreruela de Oropesa 2007.

-La maqbara musulmana de Talavera de la Reina. / Asociación Amigos del Toledo Islámico,
2007, pp. 67-94.

-Un nuevo ejemplar de escultura zoomorfa en la zona vetona toledana: El verraco de Lagartera. Publicaciones del Museo de Cáceres. Memorias 9, pp.141-146. Junta de Extremadura. 2009.











OTRAS PUBLICACIONES

-Estudio socio - histórico de S. Andrés. / XXV Aniversario de la Parroquia de S. Andrés. Asociación Culturas de S. Andrés, Talavera, 1.987.

-Talabira, una aproximación a la urbe islámica. La Voz de Talavera, 16 abril 2002.

-El hábitat de la antigua madina Talabira. La Voz de Talavera, 23 abril 2002.

-Restos arqueológicos de Casablanca. La Voz del Tajo, 26 octubre 1982, p.31.

-Escultura zoomorfa en “La Alcoba”. LA Voz del Tajo, 20 junio 1984, p. 20.

-El Carnaval de Gamonal, según la tradición. Diario YA, 12 noviembre 1983, p. 42.

- Rondas y enramadas en la noche de San Juan. La Voz del Tajo, 27 de junio 1984, p. 23.

-El Carnaval de Hinojosa de San Vicente según la tradición de antaño. La Voz del Tajo,
7 marzo 1984, p. 21.

-Destrucción de restos arqueológicos en la calle Pescaderías de Talavera de la Reina.
La Voz del Tajo, 2 octubre 1988, p. 5.

-Hallazgo de una industria Paleolítica en Talavera. La Región, 29 septiembre 1981.

-Restos de una necrópolis romana en Talavera. La Voz del Tajo, 30 diciembre 1981, p.34.

-El Paleolítico en la zona de Talavera (I-II-III-IV y V). La Voz del Tajo, año 1982.

-Restos arqueológicos de Peñaflor. La Voz del Tajo, 19 mayo 1982, p. 31.

-Hallazgos de restos arqueológicos de interés para el patrimonio de Talavera. La Voz del Tajo,
19 febrero 1989, p. 12.

Un nuevo ejemplar de escultura zoomorfa en la zona vetona toledana: El verraco de Lagartera  

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Un nuevo ejemplar de escultura zoomorfa en la zona vetona toledana: El verraco de Lagartera

César Pacheco Jiménez
Alberto Moraleda Olivares
Arqueólogos

Introducción.1

Nos parece muy apropiado presentar a los colegas del mundo científico, en el seno de estas Jornadas de Arqueología sobre Lusitanos y Vetones, un nuevo ejemplar de escultura zoomorfa localizada dentro del área vetona toledana. El interés que suscita este tipo de representaciones, y la trascendencia para explicar procesos culturales en la zona nos lleva a incluir la difusión de la nueva pieza en este foro.

En las labores de prospección para elaborar la Carta Arqueológica de Lagartera hemos tenido la
oportunidad de localizar un nuevo ejemplar inédito de verraco2; pieza escultórica zoomorfa que viene a engrosar el rico repertorio que se ha ido conformando en la provincia de Toledo, sobre todo en la parte occidental que estuvo bajo el influjo cultural de los vetones (Gómez y Santos, 1998).
El verraco estaba formando parte de un grupo de piedras de granito recogidas y agrupadas en un extremo de una finca cercana al arroyo de Fuente Empedrada, al Norte del casco urbano de Lagartera, dentro de la finca del Cortijo del Verdugo. Su ubicación lógicamente no era la original, como suele suceder con la mayoría de los verracos o toros catalogados. Gracias a la información que nos proporcionaron los dueños de la finca, pudimos saber que la escultura fue hallada en un pequeño cerro o loma situada a unos 1.100 metros al Suroeste de la casa de la finca, en la margen izquierda del Arroyo de Charco de la Tinaja. Un promontorio que reúne buenas características topográficas de visibilidad. En su entorno se ha detectado la presencia de asentamientos de la Edad del Bronce y de época tardoantigua, pero no así restos de hábitats que puedan relacionarse con la Edad del Hierro. Esta ausencia de poblados en la zona nos sugiere algunas conclusiones:

— Que determinados verracos o zoomorfos que se hallan aislados no tienen la misma finalidad que los encontrados in situ en zonas de acceso o en las entradas de poblados (castros u ppidum). En nuestro caso, estamos ante un monumento que cumple un valor testimonial y simbólico del control de pastos por parte de la población pastoril a la que se vincula.

— Que estas comunidades no siempre tienen sus hábitats en las cercanías o proximidades del punto donde instalan o colocan las esculturas, y sí más bien supone un uso terminal de los mismos, como indicadores del territorio objeto de control, o dependientes del carácter caminero que las rutas de trasiego ganadero adquirían.

— No es extraño, por tanto, constatar la falta de yacimientos arqueológicos del Hierro II o de los primeros tiempos de la ocupación romana con población indígena, en el entorno de ubicación original de los verracos. Si bien es cierto, que cabe la posibilidad, que la arqueología pueda ir demostrando presuntas ocupaciones de enclaves del Bronce durante la etapa
prerromana, aspecto éste que tendría que demostrarse con el estudio sistemático de estos yacimientos.

A pesar de ello, teniendo en cuenta los antecedentes que tenemos de la cultura de los verracos en la comarca de Talavera (Gómez y Santos, 1998), y en el Campo Arañuelo, tanto toledano como cacereño (González Cordero, Alvarado y Barroso, 1988), la aparición de este nuevo verraco nos ofrece un panorama más completo del fenómeno en el Occidente toledano, y por tanto del extremeño oriental.

1 El verraco ha sido dado a conocer en otro trabajo anterior (Moraleda y Pacheco, 2006).
2 La existencia de este verraco nos fue revelada por el arqueólogo de la Comunidad de Madrid, D. Fernando Velasco, a quien agradecemos su valiosa información.

Descripción.

Se trata de una escultura de cerdo3 de tipo naturalista en posición estática realizada sobre un
bloque de granito. Mide 1,30 metros de largo desde el morro hasta el inicio de los cuartos traseros, 0,68 metros de altura máxima conservada (parte trasera) y 0,46 metros en la zona de cuello-cara. Aún, a pesar de ser una pieza incompleta, algunos rasgos anatómicos están bien diferenciados: el labrado de las extremidades que se encuentran mutiladas, en particular las paletillas o jamones de los cuartos delanteros, dan sensación de volumen a la pieza. Por lo que respecta a las extremidades traseras, sólo se aprecia el inicio de los jamones en la zona del lomo y vientre. El lomo presenta una superficie plana y alisada remarcándose la línea de las
extremidades delanteras.

En ambos lados del cuello presenta un grabado en forma de “T” de unos 10 cms. de largo y en
posición lateral; asímismo, en el frontal del morro se localiza un pequeño orificio de 10 cms. de profundidad y 4 cms. de diámetro, cuyo significado podría estar relacionado con la reutilización de esta escultura en época posterior, para encajar algún objeto metálico. El resto de los elementos anatómicos (cara, ojos, mandíbula, pezuñas, rabo, etc..) o bien, no se encuentran reflejados al ser una escultura incompleta, o bien no se aprecian en la misma. Tampoco posee
la plataforma o peana de sustentación que normalmente estas esculturas suelen llevar.

Además de los elementos anteriormente señalados, esta escultura tiene un gran interés por presentar restos de una inscripción en el costado derecho, entre los jamones de las extremidades traseras y delanteras. Se encuentra en muy mal estado de conservación, apreciándose con dificultad algunas letras de la misma. La inscripción, realizada con letra
capital rústica, se dispone al menos en tres líneas, y como hipótesis de trabajo planteamos la siguiente propuesta:

1ª. [[I D I I]]AM.
2ª. I I [.] C S.
3ª. [.]C I L.

En cuanto a la tipología, el verraco de Lagartera se encuadra dentro del Tipo I y II (Álvarez-Sanchís, 1999) que se caracterizan por ser esculturas de grandes dimensiones (entre 1,50 y 2,15 metros) y medianas (entre 0,80 y 1,50 metros) y una talla cuidada de características naturalistas.

Interpretación arqueológica.

Nos hallamos ante un ejemplo más del fenómeno de la tradicionalmente llamada “cultura de los
verracos”, concepto que hemos de supeditar, en todo caso, a la producción escultórica del ámbito celta peninsular, y en lo que a nuestra zona se refiere, a la cultura vetona. Los ejemplares localizados en la Campana de Oropesa son abundantes y de diferentes tipologías:

— Oropesa, casa de Valdepalacios, verraco con una letra V grabada (Gómez y Santos, 1998: nº 15, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 275, Ramón y Fernández Oxea, 1959: 118, López Monteagudo, 1989: 103 y Jiménez de Gregorio, 1950).

— Calzada de Oropesa, en la finca El Ejido (Ramón y Fernández Oxea, 1959, López Monteagudo, 1989:101-102, Gómez y Santos, 1998: nº 7, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 265).

— Torralba de Oropesa: uno en la Calle Santa Ana, actualmente dentro de una casa particular. Conocido desde antiguo, tiene una inscripción en su costado derecho cuya lectura a partir de G. Alföldy, reproduce López Monteagudo: “Caco Turi (filio)/ Tancinus, lib(ertus), pat(rono)/p(onendum) c(urauit)”, (Ceán Bermúdez, 1832: 119, López de Ayala, 1959:
355-356, López Monteagudo, 1989: 105, Gómez y Santos, 1998: nº 27, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 286).
El segundo, de gran tamaño, junto a la iglesia, y con numerosas cazoletas en su lomo (Ceán Bermúdez, 1832: 119, López de Ayala, 1959: 356, López Monteagudo, 1989: 104, Gómez y Santos, 1998: nº 28, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 284).

El tercero, en la plaza mayor, que sólo conserva la parte delantera (López de Ayala, 1959: 356,
López Monteagudo, 1989: 104-105, Gómez y Santos, 1998: nº 29, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 285). Álvarez-Sanchís menciona un cuarto verraco que procedía de Torralba y se llevó a la finca Valdepalacios en el término de El Torrico, hoy desaparecido (Álvarez-Sanchís, 1999: nº 287).
Este ejemplar de verraco, al igual que la inmensa mayoría de los localizados hasta el momento,
se encuentra fuera de contexto arqueológico definido, lo que dificulta bastante su interpretación (Castelo y Sánchez, 1995: 325).

No entraremos aquí en el análisis de las diversas teorías que se han argumentado para explicar
estas esculturas y su posible funcionalidad, que van desde el cometido de demarcación territorial, de vías ganaderas o pastos (Álvarez-Sanchís, 1990, 1993), las adscripciones mágico religiosas, de culto a estos animales (verracos o toros), de protección de la comunidad
y su territorio, hasta el carácter funerario que algunas piezas tienen por su vinculación a tumbas, asumiendo funciones de cupae en necrópolis romanas (López Monteagudo, 1989, Álvarez-Sanchís, 1999: 274, citando a Maluquer)4.

Sin ser este el momento de dar una finalidad al verraco que aquí presentamos, es obvio que nos encontramos ante un caso de un zoomorfo que ha podido tener un uso diferente a lo largo del tiempo. En primer lugar, como representación animal vinculada a las comunidades pastoriles vetonas que desde las estribaciones meridionales de la Sierra de Gredos (caso del castro de El Raso de Candeleda), podían controlar mediante la itinerancia ganadera los
pastos de las llanuras y terrenos alomados del Campo Arañuelo convertidos en dehesas de encinar y alcornoque en la etapa histórica.

La pieza fue posteriormente utilizada para el mundo funerario en la etapa de romanización y de
consolidación de rasgos culturales latinos, según deducimos de su inscripción. El proceso de reutilización que se observa en el mismo está en sintonía con otros muchos ejemplares (López Monteagudo, 1989: 123-ss), y en cierta manera con el proceso de apropiación posterior de determinados monumentos antiguos: caso de algunas estelas de guerrero del Bronce
Final como la de Ibahernando (Cáceres) que tiene una inscripción funeraria romana tapando algunos de los elementos de la panoplia guerrera5.

Pero no terminaría ahí su reiterado uso a juzgar por el orificio que hemos detectado en el hocico del animal. Cavidad que nos sugiere el uso de alguna barra o aplique de hierro, lo que implicaría que la pieza, probablemente ya seccionada en su parte trasera, hubiera sido colocada en posición enhiesta para la instalación de un hito o cruz. Proceso que indudablemente
habría que adscribir a época moderna (s.XVII-XVIII). Paralelos de este tipo de usos sacros los
encontramos en la comarca en un fuste de columna granítico que se asienta en los verracos geminados de la finca El Bercial de San Rafael (Alcolea de Tajo, Toledo), con la funcionalidad de una cruz o humilladero. Pasando, pues, de ser figuras representativas de las comunidades vetonas esencialmente ganaderas, a convertirse en componentes externos y expresivos
de un monumento funerario de la población indígena bajo la inculturación romana; y finalmente, como recurso para sacralización del campo y de los caminos con el uso de la presunta cruz.

Desgraciadamente la muestra epigráfica que se encuentra en el verraco de Lagartera está en muy mal estado, característica muy común en estas esculturas como ya apuntó López Monteagudo, y tan sólo nos permite transcribir algunas de las letras de las varias líneas que parece presentar. Con estos indicios nos parece arriesgado proponer cualquier tipo
de lectura coherente de esta inscripción. Confiamos que cuando el zoomorfo se deposite en un lugar definitivo del ámbito municipal de Lagartera6, podamos acometer el estudio pormenorizado de este interesante ejemplar. Asímismo, en la interpretación formal y disposición original de la pieza hemos de apuntar que la propuesta reflejada en el croquis, es sólo
una hipótesis morfológica, dado que la posición y estado en el que se encuentra no nos permite tener mucha más información de la misma.

3 No se descarta que pueda tratarse de una figura de toro a juzgar por la papada que se observa bajo la cabeza del animal, que le
aproxima más a modelos similares.
4 Maluquer de Motes, J. (1954): “Pueblos celtas”, en, Menéndez Pidal, R. (dir), Historia de España. Madrid, tomo I, vol. 3: 104.
5 Almagro Basch, M. (1966): Las estelas decoradas del suroeste peninsular, Madrid: 92, Celestino Pérez, S. (2001): Estelas de guerrero
y estelas diademadas. Barcelona: 342.
6 En estos momentos la escultura se encuentra en dependencias municipales de Lagartera a la espera de su definitivo depósito en el
museo municipal.


Bibliografía.

– ÁLVAREZ-SANCHÍS, J.R. (1990): “Los verracos del valle del Amblés (Ávila): del análisis espacial a la interpretación socio-económica”. Trabajos de Prehistoria, 47: 201-233.
– ÁLVAREZ-SANCHÍS, J.R. (1993): “En busca del verraco perdido. Aportaciones a la escultura zoomorfa de la Edad de Hierro en la Meseta”. Complutum, 4: 157-168.
– ÁLVAREZ-SANCHÍS, J.R. (1999): Los vettones. Madrid. Real Academia de la Historia.
– CASTELO RUANO, R. y SÁNCHEZ MORENO, E. (1995): “De verribus vettonum. El verraco de Talavera la Nueva (Toledo) y algunas notas de la arqueología de las tierras orientales vetonas”. Zephirus, XLVIII: 317-330.
– CEÁN BERMÚDEZ, J.A. (1832): Sumario de las antigüedades romanas que hay en España en especial las pertenecientes a las Bellas Artes. Madrid. Imprenta de Miguel de Burgos.
– GÓMEZ DÍAZ, R. y SANTOS SÁNCHEZ, M. (1998): “Esculturas zoomorfas de Talavera y sus comarcas”. Homenaje de Talavera y sus tierras a D. Fernando Jiménez de Gregorio. Ayuntamiento de Talavera: 71-96.
– GONZÁLEZ CORDERO, A., ALVARADO, M. y BARROSO, F. (1988): “Esculturas zoomorfas de la provincia de Cáceres”. Anas, 1: 19-33.
– GONZÁLEZ CORDERO, A. y QUIJADA, D. (1991): Los orígenes del Campo Arañuelo y la Jara Cacereña y su integración en la prehistoria regional. Navalmoral de la Mata.
– HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F. (1982): “La escultura zoomorfa del Occidente peninsular”. Trabajos de Prehistoria, 39: 211-239.
– JIMÉNEZ de GREGORIO, F. (1950): “Hallazgos arqueológicos en la Jara”. Archivo Español de Arqueología, 23: 105-109.
– LÓPEZ de AYALA-ÁLVAREZ de TOLEDO, J. (Conde de Cedillo) (1959): Catálogo monumental de la provincia de Toledo. Toledo.
– LÓPEZ MONTEAGUDO, G. (1984): “Mitos y leyendas en torno a las esculturas de “verracos”. Revista de dialectología y tradiciones populares, 39: 147-168.
– LÓPEZ MONTEAGUDO, G. (1989): Esculturas zoomorfas celtas de la península ibérica. Madrid.
CSIC.
– MORALEDA OLIVARES, A. (1984): “Escultura zoomorfa en La Alcoba”. La voz del Tajo, 20 de junio.
– MORALEDA OLIVARES, A. y PACHECO JIMÉNEZ, C. (2006): “Un nuevo ejemplar de verraco en la Campana de Oropesa (Toledo)”. Alcalibe (Revista del Centro Asociado UNED Talavera de la Reina), 6: 125-130.
– RAMÓN y FERNÁNDEZ OXEA, J. (1950): “Nuevas esculturas zoomórficas en Extremadura”. Ampurias, XII.
– RAMÓN y FERNÁNDEZ OXEA, J. (1959): “Nuevos verracos toledanos”. En, V Congreso Nacional de Arqueología. Zaragoza: 118-120.
– SÁNCHEZ MORENO, E. (2000): Vetones. Historia y arqueología de un pueblo prerromano.
Madrid. Universidad Autónoma ediciones.





Figura 1. Mapa ubicación original del verraco.
Figura 2. Mapa ubicación original del verraco, en detalle.
Figura 3. Mapa dispersión de verracos.

Un nuevo ejemplar de escultura zoomorfa en la zona vetona toledana: El verraco de Lagartera  

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Un nuevo ejemplar de escultura zoomorfa en la zona vetona toledana: El verraco de Lagartera.

César Pacheco Jiménez
Alberto Moraleda Olivares
Arqueólogos

Introducción.1

Nos parece muy apropiado presentar a los colegas del mundo científico, en el seno de estas Jornadas de Arqueología sobre Lusitanos y Vetones, un nuevo ejemplar de escultura zoomorfa localizada dentro del área vetona toledana. El interés que suscita este tipo de representaciones, y la trascendencia para explicar procesos culturales en la zona nos lleva a incluir la difusión de la nueva pieza en este foro.

En las labores de prospección para elaborar la Carta Arqueológica de Lagartera hemos tenido la
oportunidad de localizar un nuevo ejemplar inédito de verraco2; pieza escultórica zoomorfa que viene a engrosar el rico repertorio que se ha ido conformando en la provincia de Toledo, sobre todo en la parte occidental que estuvo bajo el influjo cultural de los vetones (Gómez y Santos, 1998).
El verraco estaba formando parte de un grupo de piedras de granito recogidas y agrupadas en un extremo de una finca cercana al arroyo de Fuente Empedrada, al Norte del casco urbano de Lagartera, dentro de la finca del Cortijo del Verdugo. Su ubicación lógicamente no era la original, como suele suceder con la mayoría de los verracos o toros catalogados. Gracias a la información que nos proporcionaron los dueños de la finca, pudimos saber que la escultura fue hallada en un pequeño cerro o loma situada a unos 1.100 metros al Suroeste de la casa de la finca, en la margen izquierda del Arroyo de Charco de la Tinaja. Un promontorio que reúne buenas características topográficas de visibilidad. En su entorno se ha detectado la presencia de asentamientos de la Edad del Bronce y de época tardoantigua, pero no así restos de hábitats que puedan relacionarse con la Edad del Hierro. Esta ausencia de poblados en la zona nos sugiere algunas conclusiones:

— Que determinados verracos o zoomorfos que se hallan aislados no tienen la misma finalidad que los encontrados in situ en zonas de acceso o en las entradas de poblados (castros u ppidum). En nuestro caso, estamos ante un monumento que cumple un valor testimonial y simbólico del control de pastos por parte de la población pastoril a la que se vincula.

— Que estas comunidades no siempre tienen sus hábitats en las cercanías o proximidades del punto donde instalan o colocan las esculturas, y sí más bien supone un uso terminal de los mismos, como indicadores del territorio objeto de control, o dependientes del carácter caminero que las rutas de trasiego ganadero adquirían.

— No es extraño, por tanto, constatar la falta de yacimientos arqueológicos del Hierro II o de los primeros tiempos de la ocupación romana con población indígena, en el entorno de ubicación original de los verracos. Si bien es cierto, que cabe la posibilidad, que la arqueología pueda ir demostrando presuntas ocupaciones de enclaves del Bronce durante la etapa
prerromana, aspecto éste que tendría que demostrarse con el estudio sistemático de estos yacimientos.

A pesar de ello, teniendo en cuenta los antecedentes que tenemos de la cultura de los verracos en la comarca de Talavera (Gómez y Santos, 1998), y en el Campo Arañuelo, tanto toledano como cacereño (González Cordero, Alvarado y Barroso, 1988), la aparición de este nuevo verraco nos ofrece un panorama más completo del fenómeno en el Occidente toledano, y por tanto del extremeño oriental.

1 El verraco ha sido dado a conocer en otro trabajo anterior (Moraleda y Pacheco, 2006).
2 La existencia de este verraco nos fue revelada por el arqueólogo de la Comunidad de Madrid, D. Fernando Velasco, a quien agradecemos su valiosa información.

Descripción.

Se trata de una escultura de cerdo3 de tipo naturalista en posición estática realizada sobre un
bloque de granito. Mide 1,30 metros de largo desde el morro hasta el inicio de los cuartos traseros, 0,68 metros de altura máxima conservada (parte trasera) y 0,46 metros en la zona de cuello-cara. Aún, a pesar de ser una pieza incompleta, algunos rasgos anatómicos están bien diferenciados: el labrado de las extremidades que se encuentran mutiladas, en particular las paletillas o jamones de los cuartos delanteros, dan sensación de volumen a la pieza. Por lo que respecta a las extremidades traseras, sólo se aprecia el inicio de los jamones en la zona del lomo y vientre. El lomo presenta una superficie plana y alisada remarcándose la línea de las
extremidades delanteras.

En ambos lados del cuello presenta un grabado en forma de “T” de unos 10 cms. de largo y en
posición lateral; asímismo, en el frontal del morro se localiza un pequeño orificio de 10 cms. de profundidad y 4 cms. de diámetro, cuyo significado podría estar relacionado con la reutilización de esta escultura en época posterior, para encajar algún objeto metálico. El resto de los elementos anatómicos (cara, ojos, mandíbula, pezuñas, rabo, etc..) o bien, no se encuentran reflejados al ser una escultura incompleta, o bien no se aprecian en la misma. Tampoco posee
la plataforma o peana de sustentación que normalmente estas esculturas suelen llevar.

Además de los elementos anteriormente señalados, esta escultura tiene un gran interés por presentar restos de una inscripción en el costado derecho, entre los jamones de las extremidades traseras y delanteras. Se encuentra en muy mal estado de conservación, apreciándose con dificultad algunas letras de la misma. La inscripción, realizada con letra
capital rústica, se dispone al menos en tres líneas, y como hipótesis de trabajo planteamos la siguiente propuesta:

1ª. [[I D I I]]AM.
2ª. I I [.] C S.
3ª. [.]C I L.

En cuanto a la tipología, el verraco de Lagartera se encuadra dentro del Tipo I y II (Álvarez-Sanchís, 1999) que se caracterizan por ser esculturas de grandes dimensiones (entre 1,50 y 2,15 metros) y medianas (entre 0,80 y 1,50 metros) y una talla cuidada de características naturalistas.

Interpretación arqueológica.

Nos hallamos ante un ejemplo más del fenómeno de la tradicionalmente llamada “cultura de los
verracos”, concepto que hemos de supeditar, en todo caso, a la producción escultórica del ámbito celta peninsular, y en lo que a nuestra zona se refiere, a la cultura vetona. Los ejemplares localizados en la Campana de Oropesa son abundantes y de diferentes tipologías:

— Oropesa, casa de Valdepalacios, verraco con una letra V grabada (Gómez y Santos, 1998: nº 15, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 275, Ramón y Fernández Oxea, 1959: 118, López Monteagudo, 1989: 103 y Jiménez de Gregorio, 1950).

— Calzada de Oropesa, en la finca El Ejido (Ramón y Fernández Oxea, 1959, López Monteagudo, 1989:101-102, Gómez y Santos, 1998: nº 7, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 265).

— Torralba de Oropesa: uno en la Calle Santa Ana, actualmente dentro de una casa particular. Conocido desde antiguo, tiene una inscripción en su costado derecho cuya lectura a partir de G. Alföldy, reproduce López Monteagudo: “Caco Turi (filio)/ Tancinus, lib(ertus), pat(rono)/p(onendum) c(urauit)”, (Ceán Bermúdez, 1832: 119, López de Ayala, 1959:
355-356, López Monteagudo, 1989: 105, Gómez y Santos, 1998: nº 27, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 286).
El segundo, de gran tamaño, junto a la iglesia, y con numerosas cazoletas en su lomo (Ceán Bermúdez, 1832: 119, López de Ayala, 1959: 356, López Monteagudo, 1989: 104, Gómez y Santos, 1998: nº 28, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 284).

El tercero, en la plaza mayor, que sólo conserva la parte delantera (López de Ayala, 1959: 356,
López Monteagudo, 1989: 104-105, Gómez y Santos, 1998: nº 29, Álvarez-Sanchís, 1999: nº 285). Álvarez-Sanchís menciona un cuarto verraco que procedía de Torralba y se llevó a la finca Valdepalacios en el término de El Torrico, hoy desaparecido (Álvarez-Sanchís, 1999: nº 287).
Este ejemplar de verraco, al igual que la inmensa mayoría de los localizados hasta el momento,
se encuentra fuera de contexto arqueológico definido, lo que dificulta bastante su interpretación (Castelo y Sánchez, 1995: 325).

No entraremos aquí en el análisis de las diversas teorías que se han argumentado para explicar
estas esculturas y su posible funcionalidad, que van desde el cometido de demarcación territorial, de vías ganaderas o pastos (Álvarez-Sanchís, 1990, 1993), las adscripciones mágico religiosas, de culto a estos animales (verracos o toros), de protección de la comunidad
y su territorio, hasta el carácter funerario que algunas piezas tienen por su vinculación a tumbas, asumiendo funciones de cupae en necrópolis romanas (López Monteagudo, 1989, Álvarez-Sanchís, 1999: 274, citando a Maluquer)4.

Sin ser este el momento de dar una finalidad al verraco que aquí presentamos, es obvio que nos encontramos ante un caso de un zoomorfo que ha podido tener un uso diferente a lo largo del tiempo. En primer lugar, como representación animal vinculada a las comunidades pastoriles vetonas que desde las estribaciones meridionales de la Sierra de Gredos (caso del castro de El Raso de Candeleda), podían controlar mediante la itinerancia ganadera los
pastos de las llanuras y terrenos alomados del Campo Arañuelo convertidos en dehesas de encinar y alcornoque en la etapa histórica.

La pieza fue posteriormente utilizada para el mundo funerario en la etapa de romanización y de
consolidación de rasgos culturales latinos, según deducimos de su inscripción. El proceso de reutilización que se observa en el mismo está en sintonía con otros muchos ejemplares (López Monteagudo, 1989: 123-ss), y en cierta manera con el proceso de apropiación posterior de determinados monumentos antiguos: caso de algunas estelas de guerrero del Bronce
Final como la de Ibahernando (Cáceres) que tiene una inscripción funeraria romana tapando algunos de los elementos de la panoplia guerrera5.

Pero no terminaría ahí su reiterado uso a juzgar por el orificio que hemos detectado en el hocico del animal. Cavidad que nos sugiere el uso de alguna barra o aplique de hierro, lo que implicaría que la pieza, probablemente ya seccionada en su parte trasera, hubiera sido colocada en posición enhiesta para la instalación de un hito o cruz. Proceso que indudablemente
habría que adscribir a época moderna (s.XVII-XVIII). Paralelos de este tipo de usos sacros los
encontramos en la comarca en un fuste de columna granítico que se asienta en los verracos geminados de la finca El Bercial de San Rafael (Alcolea de Tajo, Toledo), con la funcionalidad de una cruz o humilladero. Pasando, pues, de ser figuras representativas de las comunidades vetonas esencialmente ganaderas, a convertirse en componentes externos y expresivos
de un monumento funerario de la población indígena bajo la inculturación romana; y finalmente, como recurso para sacralización del campo y de los caminos con el uso de la presunta cruz.

Desgraciadamente la muestra epigráfica que se encuentra en el verraco de Lagartera está en muy mal estado, característica muy común en estas esculturas como ya apuntó López Monteagudo, y tan sólo nos permite transcribir algunas de las letras de las varias líneas que parece presentar. Con estos indicios nos parece arriesgado proponer cualquier tipo
de lectura coherente de esta inscripción. Confiamos que cuando el zoomorfo se deposite en un lugar definitivo del ámbito municipal de Lagartera6, podamos acometer el estudio pormenorizado de este interesante ejemplar. Asímismo, en la interpretación formal y disposición original de la pieza hemos de apuntar que la propuesta reflejada en el croquis, es sólo
una hipótesis morfológica, dado que la posición y estado en el que se encuentra no nos permite tener mucha más información de la misma.

3 No se descarta que pueda tratarse de una figura de toro a juzgar por la papada que se observa bajo la cabeza del animal, que le
aproxima más a modelos similares.
4 Maluquer de Motes, J. (1954): “Pueblos celtas”, en, Menéndez Pidal, R. (dir), Historia de España. Madrid, tomo I, vol. 3: 104.
5 Almagro Basch, M. (1966): Las estelas decoradas del suroeste peninsular, Madrid: 92, Celestino Pérez, S. (2001): Estelas de guerrero
y estelas diademadas. Barcelona: 342.
6 En estos momentos la escultura se encuentra en dependencias municipales de Lagartera a la espera de su definitivo depósito en el
museo municipal.


Bibliografía.

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– ÁLVAREZ-SANCHÍS, J.R. (1993): “En busca del verraco perdido. Aportaciones a la escultura zoomorfa de la Edad de Hierro en la Meseta”. Complutum, 4: 157-168.
– ÁLVAREZ-SANCHÍS, J.R. (1999): Los vettones. Madrid. Real Academia de la Historia.
– CASTELO RUANO, R. y SÁNCHEZ MORENO, E. (1995): “De verribus vettonum. El verraco de Talavera la Nueva (Toledo) y algunas notas de la arqueología de las tierras orientales vetonas”. Zephirus, XLVIII: 317-330.
– CEÁN BERMÚDEZ, J.A. (1832): Sumario de las antigüedades romanas que hay en España en especial las pertenecientes a las Bellas Artes. Madrid. Imprenta de Miguel de Burgos.
– GÓMEZ DÍAZ, R. y SANTOS SÁNCHEZ, M. (1998): “Esculturas zoomorfas de Talavera y sus comarcas”. Homenaje de Talavera y sus tierras a D. Fernando Jiménez de Gregorio. Ayuntamiento de Talavera: 71-96.
– GONZÁLEZ CORDERO, A., ALVARADO, M. y BARROSO, F. (1988): “Esculturas zoomorfas de la provincia de Cáceres”. Anas, 1: 19-33.
– GONZÁLEZ CORDERO, A. y QUIJADA, D. (1991): Los orígenes del Campo Arañuelo y la Jara Cacereña y su integración en la prehistoria regional. Navalmoral de la Mata.
– HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F. (1982): “La escultura zoomorfa del Occidente peninsular”. Trabajos de Prehistoria, 39: 211-239.
– JIMÉNEZ de GREGORIO, F. (1950): “Hallazgos arqueológicos en la Jara”. Archivo Español de Arqueología, 23: 105-109.
– LÓPEZ de AYALA-ÁLVAREZ de TOLEDO, J. (Conde de Cedillo) (1959): Catálogo monumental de la provincia de Toledo. Toledo.
– LÓPEZ MONTEAGUDO, G. (1984): “Mitos y leyendas en torno a las esculturas de “verracos”. Revista de dialectología y tradiciones populares, 39: 147-168.
– LÓPEZ MONTEAGUDO, G. (1989): Esculturas zoomorfas celtas de la península ibérica. Madrid.
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– MORALEDA OLIVARES, A. y PACHECO JIMÉNEZ, C. (2006): “Un nuevo ejemplar de verraco en la Campana de Oropesa (Toledo)”. Alcalibe (Revista del Centro Asociado UNED Talavera de la Reina), 6: 125-130.
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– RAMÓN y FERNÁNDEZ OXEA, J. (1959): “Nuevos verracos toledanos”. En, V Congreso Nacional de Arqueología. Zaragoza: 118-120.
– SÁNCHEZ MORENO, E. (2000): Vetones. Historia y arqueología de un pueblo prerromano.
Madrid. Universidad Autónoma ediciones.





Figura 1. Mapa ubicación original del verraco.
Figura 2. Mapa ubicación original del verraco, en detalle.
Figura 3. Mapa dispersión de verracos.

Proyecto de Investigación Arqueológica de Entretorres (Muralla islámica de Talavera)  

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Entretorres afronta una nueva fase de excavaciones en áreas poco estudiadas
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La intención es documentar al máximo los restos del yacimiento para su posterior puesta en valor, que permita visitarlo para conocer sus entresijos
Lola Morán publicado en tribuna digital de talavera 2/08/2009
El yacimiento de Entretorres afronta este verano una nueva fase de excavaciones en zonas poco estudiadas del recinto, que se compaginarán con la puesta en valor de esta zona arqueológica para permitir que sea visitable. Así, en lugar de las habituales campañas de excavación sistemática que se vienen desarrollando desde el año 2000, este verano se actúa en las denominadas áreas de reserva del yacimiento de Entretorres, como explicó a este diario uno de los directores de las excavaciones en este yacimiento, junto a Sergio Martínez Lillo y Sergio Sánchez Sanz, y que coordina el equipo de cuatro peones que trabajará en la zona hasta finales del próximo mes de octubre.Son aquellas que «han ido quedando» en el yacimiento durante los procesos anteriores, bien porque se ha excavado poco en ellas por diferentes circunstancias o porque se han ido dejando puesto que ya se trabaja en la puesta en valor del yacimiento.Sobre esta puesta en valor, aseguró que los arquitectos están ya diseñando el recorrido con pasarelas, labor en la que el equipo científico de las excavaciones ofrece su asesoramiento. Moraleda afirmó que ya existe un borrador del citado proyecto de puesta en valor, si bien su puesta en marcha estaba en cierta medida a expensas de conocer los resultados obtenidos por el equipo arqueológico durante la pasada campaña.La idea era utilizar estos datos para actualizar los que ya se tenían y cerciorarse así del emplazamiento de las pasarelas que permitirán a los visitantes realizar un completo recorrido por el yacimiento, incluso por zonas que hasta la fecha se encuentran poco excavadas.Al término de la campaña del año pasado, el equipo científico de las excavaciones se planteó que era el momento de iniciar una nueva fase, una vez que ya se disponía de una información suficiente y cuando quedaban zonas poco excavadas o sobre las que se tenían pocos datos.«Se van a ir excavando poco a poco, o bien inclusive cuando esté ya todo en proceso de puesta en valor del yacimiento», dijo Moraleda, en alusión a compaginar estas labores de excavación con las de ubicar las pasarelas que permitirán realizar dicho recorrido.«Hay restos suficientes para que se pueda poner en valor, sin que se rompa la dinámica de seguir trabajando e investigando, para ir obteniendo datos de esas zonas en las que no se ha podido intervenir», precisó.Entre estas zonas se encuentran las de la antigua necrópolis medieval, situada en la zona norte del yacimiento, y los restos de la iglesia de San Clemente, en la zona colindante con la calle de esta misma denominación. Ambas zonas «requieren un trabajo mucho más minucioso» y se acometerán más adelante, de forma diferente a como se venían realizando estas campañas sistemáticas.trabajos actuales. Las excavaciones se centran en una de las áreas de reserva que ya estaban establecidas, en el denominado sector B, en el área 19. Esta zona se había excavado ya en una de las campañas, si bien no se volvió a intervenir en ella, dado que había otras zonas prioritarias desde el punto de vista de la investigación.Ahora se ha creído conveniente continuar en este espacio para seguir documentando las estructuras murarias que existen en este punto del yacimiento, junto a un «elemento inédito», que es un horno que ha aparecido en estos trabajos. Se intuía su existencia por datos hallados anteriormente, y ahora se ha comprobado su existencia, junto a una serie de muros que configuran distintas estancias y que se sitúan en el intradós de la muralla. «Refleja que una vez que la muralla perdió su carácter defensivo se van adosando estructuras a su interior», explicó el arqueólogo.Estas estructuras se han encontrado en unos niveles que podrían datar de finales de la Edad Media o inicios de la Edad Moderna. A medida que se vaya excavando surgirá la fase correspondiente al mundo romano, que permitirá documentar de forma precisa esta fase tardomedieval.Moraleda subrayó que esta nueva fase está proporcionando unos resultados «sorprendentes», ya que en el primer mes de trabajos ya se ha definido la serie de muros que permanecían ocultos y que proporcionan más información de la propia evolución que ha tenido el yacimiento a lo largo de los años.

 

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Yacimiento Arqueológico de Entretorres
28 agosto 2006

Talavera: Las excavaciones sacan a la luz indicios de la Puerta de la Miel en el Charcón
Alberto Moraleda, uno de los directores de la excavación, asegura que todo apunta a que el muro descubierto pertenece a esta importante puerta aunque «todavía hay que estudiarlo»MARÍA BAUTISTAEl pasado día 12 de julio se inició la sexta campaña de excavaciones en la zona de Charcón y Entretorres y en algo más de un mes, los arqueólogos ya han obtenido resultados interesantes que, si llegan a confirmarse, supondrían un importante descubrimiento a nivel arqueológico además de a nivel histórico en tanto que se están indagando unos restos que probablemente pertenezcan a lo que fue la Puerta de la Miel, también denominada Puerta de la Manga.Si bien todavía falta la realización de algunas pruebas y estudios antes de poder confirmar este hallazgo, su importancia radica en que esta puerta vendría a ser el punto que comunicaba el arrabal mayor con el primer recinto amurallado, además del punto de unión entre el primer y el segundo recinto. «Sería un hallazgo excepcional para interpretar lo que pasó en esta zona así como el aspecto más importante a destacar del área quince», explicó Alberto Moraleda, uno de los tres responsables de esta importante excavación que dirige conjuntamente con Sergio Martínez Lillo y Sergio Sánchez Sanz.Hasta el momento, lo que ha salido a la luz ha sido una parte importante de lo que se supone un muro de unos dos metros de grosor y diez metros de longitud -pese a que continuaría hacia la calle Charcón- y desde el que se ha trazado una línea trasversal que rompe el antemural de la barbacana, es decir, de la construcción fortificada cuya utilidad era la defensa de la ciudad.No en vano, todo apunta a una inminente confirmación del descubrimiento de esta puerta en la zona del Charcón a pesar de que los trabajadores de esta excavación -un equipo formado por veinte peones y dos técnicos- continuarán con las labores de excavación y limpieza de los restos hasta el día 12 de noviembre aproximadamente teniendo en cuenta que la presente campaña tiene una duración de cuatro meses.De este modo se podría añadir un elemento más a este yacimiento que se perfila como uno de los asentamientos urbanos más importantes de toda la región como comentó Moraleda. Éste que aprovechó para destacar «el gran apoyo recibido desde el año 2000 tanto desde la Dirección General de Cultura como desde el Ayuntamiento que, campaña tras campaña, pone a su disposición todos los medios necesarios para que se puedan llevar a cabo todos los trabajos en la zona».En lo que hace referencia a la zona de Entretorres, la campaña se ha centrado en el área trece, un punto que se estudió en 2004 y que se ha retomado en esta ocasión con la intención de llegar «a niveles interesantes» a través de los que poder conocer más a cerca de la evolución cultural que el yacimiento ha tenido en esa zona concreta. Hasta el momento, explicó Moraleda, se han excavado unas fosas o basureros medievales de modo que se han alterado los niveles romanos a pesar de que fruto de estos trabajos han salido numerosos restos romanos que permitirán, según las previsiones, establecer una secuencia cronológica del asentamiento.Fuente: La Tribuna

Ultimos trabajos en entretorres  

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L. M. publicado en tribuna digital de talavera 28/09/09

En Entretorres, los últimos trabajos realizados, a cargo de los arqueólogos Alberto Moraleda y Sergio Sánchez, se han centrado en una de las denominadas ‘áreas de reserva’ del yacimiento.El objetivo es documentar fases del yacimiento de las que no se tenía información para aprovechar estos datos después en el proyecto que pretende hacer del recinto una zona visitable, a través de la implantación de una serie de pasarelas y paneles informativos.A raíz de estas últimas excavaciones han aparecido importantes hallazgos, como unas estructuras murarias y un horno de los siglos XIV al XVI, que se cree que pueden corresponder a un complejo importante de lo que sería un pequeño tejar.Sólo se ha excavado hasta los niveles bajo-medievales, aunque en el yacimiento aparecieron también unas estructuras de unas casas romanas, un cementerio, y las torres albarranas, lo que lleva a pensar que todo forma un complejo uniforme que sería la continuidad natural del recinto de El Charcón.En cuanto a la puesta en valor del recinto, el proceso afronta la fase de redacción del proyecto, e implica una reordenación urbana y del tráfico, así como el acondicionamiento de la zona próxima al yacimiento que ahora está en tierra y que se utiliza como aparcamiento.

El Consistorio plantea la apertura de la Alcazaba para facilitar el acceso al Casco  

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El Ayuntamiento plantea la apertura de la zona de la Alcazaba, conocida como Huerto de San Agustín, para facilitar el acceso al Casco. Desde la Concejalía de Patrimonio manifestaron a este diario que se ha propuesto la eliminación del muro conventual que cerraba el antiguo Huerto de San Agustín para abrir la zona y acceder desde allí al interior del Casco, y de esta forma facilitar el paso a los vehículos de emergencia. Dicha propuesta se ha sometido a la Comisión del Plan Especial de la Villa, aunque aún no se ha tomado ninguna decisión.En cuanto a la Alcazaba, las obras de recuperación se adjudicaron el pasado mes de julio a la Unión Temporal de Empresas Hejosán-Gótico Construcciones por 1.245.997,19 euros y con un plazo de ejecución de 18 meses. La obra, que se desarrollará en cuatro fases, se centra ahora en el acopio de material y estudio del terreno, después del replanteo que se inició la segunda semana de septiembre.Los arqueólogos Alberto Moraleda, Sergio Sánchez y Sergio Martínez Lillo, están ya en la zona realizando sondeos en el intradós de la muralla para obtener datos del estado de las cimentaciones y de los lienzos de la muralla, para llevar a cabo los posteriores refuerzos y consolidaciones .Estos trabajos se compaginarán con los más inmediatos que ya han previsto los arquitectos, Javier Alguacil y Javier Camuesco, que supondrán un rebaje del nivel que existe en el tramo de lienzo de muralla de Carnicerías. Se situará en las mismas cotas que la zona donde está la Puerta de Sevilla. Con esta actuación se dejará al descubierto parte de la estructura de la muralla que ahora permanece oculta y se hará esta zona más accesible.A continuación, se consolidarán las estructuras, fase que toma el relevo a los trabajos de emergencia que acometió la empresa Clar Rehabilitaciones, S.L. en 2007. Ahora se dará un acabado definitivo a la muralla para permitir una lectura más completa del trazado auténtico.En una fase posterior, los trabajos se centrarán en el tramo que linda con la Ronda del Cañillo. Allí se hará un rebaje de una parte de la actual acera, que supondrá la supresión de los aparcamientos.Después se consolidará la estructura y se acondicionará para permitir su visita. Para ello se hará un desnivel que permita acceder al núcleo de la muralla, y donde se ubicarán también los equipos de iluminación de los que dispondrá. Por último, se procederá al ajardinamiento de este espacio.